Edu Bermejo

Línea pura

3 — 11 noviembre 2023 / Comisariada por Xavi Sellés

Las miradas de Eduardo Bermejo

Por María Dolores García González (Dra. en Bellas Artes)


Eduardo Bermejo (Valencia, 1984) es un pintor de la emoción. Sus trazos contundentes y cerrados encajan gracias a sus formas, las imágenes de un mundo actual que nos mira contenido e indiferente.

En la aparente quietud de sus composiciones un color matérico y vibrante nos seduce llevándonos al interior de la pincelada. Invitándonos a entrar en un espacio anónimo aparentemente caótico, pero en el que se identifican simbolismos repetidos como sello inequívoco de la obra del artista.

Aspas, corazones o lágrimas inundan estos espacios recogidos donde también se dejan entrever elementos que resaltan la importancia del viaje y la presencia a través de una mirada compartida, pues los personajes de sus pinturas rara vez están solos. Lo que incorpora a su obra el valor de lo social, del grupo y de la aceptación de uno mismo y los demás.

No sólo vemos los ojos de los rostros híbridos que se insertan dentro del mobiliario cotidiano de sus cuadros también contamos con la presencia de otros, ajenos y fríos, que nos observan y que forman parte de este paisaje inquietante donde no podemos evitar preguntamos hacia dónde dirigen su intención o cuál es su pensamiento. Quizás no sean más que los ojos del propio artista que se vuelven hacia la introspección, el conocimiento de uno mismo o la locura.

Otro componente en los cuadros de Eduardo Bermejo es la necesidad vital del tránsito. Su pintura está llena de elementos que se enmarcan en una relación directa con el éxodo mostrándonos diferentes composiciones de una misma realidad gracias a una cuidada estética de los objetos que identifica como propios. Este viaje urbano puede satisfacer tanto la necesidad de un crecimiento personal a través del movimiento como el deseo de huida de uno mismo y del aislamiento en el que tantas veces nos vemos atrapados.

La ciudad como un mundo repetido, el yo como una suma de miradas, el símbolo encajado, la línea como metáfora, el color como identidad... esa es la fuerza de un artista que se vuelca en su obra dominando el trazo y los espacios compositivos.