Felipe Almendros

DIY (Do It Yourself)

16 abril — 29 mayo 2021 / Comisariada por Xavi Sellés

Felipe, el pintor de la vida moderna

Por Xavi Sellés


En el año 1863 el escritor y poeta Charles Baudelaire publicó su ensayo El pintor de la vida moderna. En él animaba a los artistas de la época a observar el presente y a dejar de lado los temas y las formas del pasado. Para ello los artistas debían moverse en la multitud, ser unos flâneurs capaces de extraer lo eterno de lo transitorio. “La modernidad es lo transitorio, lo fugaz, lo contingente, la mitad del arte, cuya otra mitad es lo eterno e inmutable” continúa diciendo mientras exige a los artistas de la época que ocupen el lugar que les corresponde: captar la realidad que les rodea y ser cronistas de ella. Años más tarde, fue el filósofo Walter Benjamin quien afianzó el término flâneur como una figura importante en la experiencia urbana.

Felipe Almendros es un perfecto flâneur, alguien que observa y al mismo tiempo forma parte de ello. Sus crónicas visuales son de su barrio, de su banda de música, de sus fiestas, de sus excesos, de la lujuría por la vida. Es un modern guy como Iggy Pop en su famosa canción Lust for Life.

Su obra respira cercanía y honestidad, es autobiográfica a tope. Felipe reposa en un urinario cualquiera de una disco cualquiera, cubata en mano y sin fuerzas ni para levantar la cabeza mientras, entre risas, le hacen una foto que quedará plasmada en uno de sus icónicos cuadros. A la salida es su colega el que acaba dentro de un contenedor de la basura… ha sido una larga noche que empezaron bailando y bebiendo (o inhalando popper, quién sabe) disfrazadas de geishas en un piso del Raval.

Son escenas de la noche menos glamurosa de esa Barcelona del design que tanto nos venden. En ellas se encuentra el artista, básicamente porque es parte de su vida. Al igual que en las pinturas de su antiguo barrio Llefià en Badalona, donde retrata con un hiperrealismo apabullante a la gente de su calle.

En sus últimas obras se ha vuelto más rápido y menos preocupado por los detalles. La pincelada ahora es más gruesa, ágil y descarada. Reproduce el impacto de la luz, sobre todo del flash de la cámara en sus personajes. Salvando las distancias, Felipe Almendros me recuerda a Édouard Manet (1832-1883), aquel artista que en solitario burló el canon de la Academia francesa, hizo posible el impresionismo y se erigió honrosamente como portavoz de esa modernidad de la que hablaba Baudelaire.