Yuan-Wen Wang

Dreamed colour

11 junio — 30 julio 2021 / Comisariada por Xavi Sellés

Yuan-Wen y la ceguera de Occidente

Por Xavi Sellés


En Occidente tenemos un gran defecto y es creer que lo nuestro es lo universal. Nada más lejos de la realidad.

La historia del arte, por ejemplo, se enseña fundamentalmente como una sucesión de hechos sucedidos en Europa y por hombres blancos (utilizo “hombres” consciente de que a las mujeres también se las ha excluido de la historia). Nuestra ceguera cultural nos impide ver que cuando Velázquez acabó Las Meninas (1656), el artista japonés Hishikawa Moronobu (1618-1694) estaba desarrollando el estilo ukiyo-e, uno de los estilos que más ha influenciado al arte occidental en los últimos ciento cincuenta años. No en vano, podemos encontrar actualmente un puñado de camisetas con estampas ukiyo-e en el H&M o Uniqlo, por ejemplo. Seguro que te suena La gran ola de Kanawaga (1833) de Hokusai, ¿no?

Del arte oriental han aprendido mucho lxs artistas occidentales y no solo del ukiyo-e. La filosofía del zen y el tao ayudaron a que el foco se pusiera en la experiencia individual del/la artista, en su interior, más allá del paradigma de la mímesis (imitar la realidad tal y como la ven nuestros ojos). También ayudaron a valorar el proceso por encima del resultado final. Las diferentes exposiciones de arte japonés que empezaban a verse en Europa en la segunda mitad del siglo XIX y las estampas y objetos que iban llegando de Japón sobre todo, fueron todo un despertar. La lista de artistas y movimientos que reconocen algún tipo de influencia oriental es interminable, desde Kandinsky hasta John Cage, pasando por Joan Miró, Yves Klein, el surrealismo o el expresionismo abstracto norteamericano.

El viaje artístico de Yuan-Wen Wang es a la inversa. Ella parte de sus raíces asiáticas hacia lugares desconocidos, a veces influenciados por corrientes artísticas occidentales como el expresionismo abstracto norteamericano, con artistas como Franz Kline por ejemplo, el cual pudo tener también influencias de la caligrafía china, aunque siempre lo negó. La fuerza expresiva de Kline o de Willem de Kooning, se puede ver notablemente en las pinceladas de algunos lienzos de Wang.

Por otro lado, en la obra de Wang prevalece el proceso. El flujo de formas y colores se va superponiendo alejado de la razón y la lógica, a veces de forma rápida y automática, otras permaneciendo a la espera de la reacción de los materiales sobre el papel o el lienzo. No pocas veces, será un sueño o una emoción la que dé los últimos toques a uno de sus cuadros.

En cada pintura hay algo de ella, una especie de vaciado espiritual que se sintetiza de forma austera en cada obra, muchas veces de forma incluso minimalista, cuyo significado completa con un escueto título que nos deja clara la voluntad de Wang de comunicarse con su público.